Leyenda urbana.

31/03/2005

Vuelvo a encontrarme otra vez con la misma historia. El titular de un periódico de ultramar destaca que un joven alega ante el juez que violó sin querer a una chica que practicaba nudismo. La historia no es nueva ya había caido en mis manos en otra ocasión, en este caso los protagonistas no eran del otro lado del charco sino de aquí mismo, bueno mejor dicho, de la costa mediterranea. Y supongo que si la noticia se publicase en esa costa ubicarían a los protagonistas en nuestras playas. Es lo de siempre, busca un lugar ajeno donde nadie vaya a cotejar la veracidad de la información y lanza la piedra… y esconde la mano, porque el periodista alegará siempre que no va a revelar sus fuentes, aunque esta sea su bien nutrida imaginación.

Pues por ellos rellenar un espacio con un par de columnas, van y destruyen una labor de concienciación e información que los naturistas nos dejamos por el camino durante años. Faltará gente con escasa información (o sobrada deformación) que transmita la noticia acrecentada por el morbo, el miedo y la represión ejemplarizante; para que esta se instale en las generaciones de jóvenes o en los indecisos -que están apuntito de entrar en el mundo naturista- de que en las playas nudistas se viola a las mujeres «sin querer».

No hay más que practiar el sexo una sola vez para darse cuenta que «sin querer» no se penetra a nadie. Porque para empezar y de tropezarse y caerse como nos narra la noticia, lo primero que hacemos por instinto es lanzar las manos para evitar el impacto. ¿A quién se le ocurre poner el pene por delante para evitar el golpe?. Pues supuestamente al periodista que redacto la noticia. Y claro, habrá quien lo lea, y se diga: «¡qué cosas pasan por el mundo!», -con asombro y repugnancia-.

Gracias señores editores de prensa por contratar a gente que por mantener su puesto de trabajo se cagan en su madre y en la de su vecino si hace falta. Gracias por cotejar las noticias que lanzan al público sus diarios. Gracias por guardar el decálogo del buen periodista en el fondo del cajón. Gracias por nada.

Xouba


Contagio.

23/03/2005

Como si fuera un virus. Contagio. Es la única palabra que se me viene a la cabeza para describir la situación que he vivido hoy. Por un lado, nada anormal; pero tampoco nada normal. Comparto y me explico:

Después de mi jornada de gimnasia decidí darme una sesión de sauna como tengo por costumbre. Una amiga con la que había compartido los ejercicios y la sauna en más de una ocasión decidió acompañarme. Y así nos fuimos a la sauna, yo portando como única prenda mi toalla y ella la suya. No era la primera vez que estábamos desnudos en la sauna pero sí la primera que coincidíamos con otra persona dentro, casualmente otra chica con la que también ya había estado sudando la gota gorda mientras compartiamos minutos de sauna. Desconozco si la que ya estaba dentro se encontraba envuelta en la toalla cuando pasamos nosotros o decidió cubrirse al vernos acercar. El caso es que yo, como en anteriores veces me quedé sin ropa alguna disfrutando de la conversación, mientras que ellas permanecían envueltas hasta el cuello en sus tupidas toallas.

Tardé un rato en darme cuenta que no era yo el que las obligaba a cubrirse pues con ambas había estado desnudo dentro del recinto, y me constaba que ellas coincidieran más de una vez en los vestuarios. ¿Porqué ese arrebato de pudor?. La hora de gimnasia había terminado y si nadie entró en ese lapso en la sauna era evidente que tardaría otra hora (hasta el turno siguiente) en hacerlo. Descartado también el temor a que entrase alguien de fuera. ¿Qué estaba pasando?.

Pasados los diez minutillos soportables por mi organismo salí a pegarme una primera ducha para volver a entrar. Al poco de entrar yo de nuevo salieron ellas a repetir la operación. Ahora sí que entraron, estiraron su toalla sobre los bancos y se tumbaron desnudas a continuar sudando. ¿Lógica?. Me cuesta entenderlo, me cuesta ofrecer una explicación. La única que encuentro es la del título de este artículo donde a veces los humanos tenemos un comportamiento grupal difícil de explicar y sobre todo de entender.

Un día de estos si vuelvo a coincidir con ellas y se repite la esperpéntica situación, les preguntaré motivos. Seguro que los hay, pero no consigo verlos. Eso quiero creer.

Xouba


Símbolos.

18/03/2005

Al poco de entrar en el despacho, y mientras mi interlocutor trataba de captar mi atención, no pude dejar de desviar la vista hacia una sombra en la pared que delataba el anterior uso de aquellas instalaciones.

La sombra en cuestión dibujaba un crucifijo que con el paso del tiempo dejó su impronta sobre la maltratada pintura. Muy cerca una fotografía del jefe del estado (Juan Carlos I) todavía ocupaba su lugar. Me recordó que aquel despacho había estado ocupado durante largos años por un cargo militar y entonces recordé por lugares similares que no resultaba difícil encontrar la fotografía del representante político y cerca de ella el símbolo religioso. Aunque el civil que ocupaba ahora su sitio había decidido prescindir del símbolo religioso.

Si una vez resaltaba la importancia de los referentes personales en el desarrollo del naturismo, me gustaría ahora darle la misma importancia a los símbolos. Aquellos que por sí solos no transmiten nada, pero con el tiempo se terminan asociando a una causa y agrupando a las personas en su refugio sin llegar a saber exactamente el significado de ese símbolo. Pasa con los escudos de los clubs deportivos, con las banderas en los estados, con los logotipos comerciales, y de las ONG. ¿Quién no reconoce el símbolo de la paz del movimiento hyppie de los 70?. ¿Quién desconoce el smyle como el símbolo de la generación «pija» de los 80?. ¿Y quién desconoce el arco aris como símbolo de un colectivo?. A veces desconocemos a quién pertenecen realmente pero los asociamos con una causa en función de lo que queremos transmitir.

A los naturistas nos falta un símbolo, algo que nos identifique allá donde estamos; que nos ayude a conocer a otr@s que sintonizan con nuestra filosofía de vida; que nos facilite información sobre lugares nuevos; y en definitiva, que nos represente y nos conceda identidad de grupo. Tal vez la FNI (Federación Naturista Internacional) debiera abrir una vía de estudio y posteriormente implantación de un símbolo. No importa la forma ni el color. Sólo importa que tod@s lo adoptásemos como propio.

De esta forma al llegar a una playa en Thailandia si en el camino de acceso nos encontrasemos ese símbolo sabríamos que podríamos desprendernos de la ropa sin consecuencias. Si un coche lo dibuja en su portón trasero, sabríamos que su conductor piensa como nosotros sobre el ‘buen’ uso de las vestiduras. Y si un centro lo serigrafía en su publicidad, aceptarían nuestra desnudez en sus instalaciones.

La propuesta puede resultar utópica, aunque no se me antoja tratarla así. Tal vez difícil y costosa por la campaña de información que debiera acompañarla; pero no imposible.

Xouba


Al sol de primavera.

16/03/2005

El anormal clima del que estamos disfrutando estos días me ha permitido darme un pequeño homenaje en la tarde de ayer y pasear desnudo durante unos minutos por el campo.

Motivos laborales me llevaron a una casa de aldea un tanto alejada del urbanismo al que estoy acostumbrado. Un entorno único. Firmaba mañana mismo por vivir ahí. A los pies de una montaña rocosa y en el pequeño valle creado por el discurrir de un arroyo, prados, bosques y animales, convivían en una armonía excepcional con las cuatro casas que componían la pequeña aldea.

Una vez me despedí de mi anfitrión y de vuelta en el coche no pude resistir la tentación de adentrarme por una pista de tierra sin saber adonde conducía, buscando la aventura y la paz que reportaba aquel sitio. Apenas a los cien metros de circular por esa pista detuve el coche y me apeé. Deseaba caminar, respirar el aire puro, y escuchar la vida de la naturaleza.

El sol de primavera era testigo y juez de mi paseo, así que, al poco me obligó a sacarme la camisa y casi sin querer -o queriendo- me saqué el resto de la ropa. Portando los zapatos en mis pies, y las vestiduras en la mano caminé un buen rato por aquella pradera; me adentré en un pequeño bosque; y finalmente busqué un lugar elevado para sentarme y contemplar aquel regalo.

A lo lejos veía gente en la parte trasera de una casa, parecían unos niños y su madre, tal vez intentando darles la merienda. ¡¡La merienda!!. ¡¡Qué rápido pasa el tiempo!!. Me habían parecido unos segundos, todavía no los había saboreado tal y como me habría gustado; quería encharcarme de sol y de naturismo. Pero el trabajo obliga. Y media hora de asueto laboral podría justificarse, más no.

Si el clima continua con esta mejoría faltará poco tiempo para que me lance nuevamente a los caminos, a las playas, o a los ríos; a fundirme con ellos en el abrazo que me brinda mi desnudez. Daré buena cuenta de ellos en este lugar. Entretanto me conformaré con este regalo del sol de primavera.

Xouba


Cuando empezó todo.

14/03/2005

En una reunión con un@s amig@s comenzamos a divagar sobre el origen del naturismo, reportando una curiosa opinión -al margen de la oficial- que deseo compartir. Y es que según un buen amigo el naturismo nació en esta esquinita del mundo hace casi un siglo cuando su abuelo de joven se bañaba desnudo en un remanso del rio que discurre cerca del pueblo. Pero no se queda ahí, su abuela también fue firme promotora del naturismo por estas tierras porque según la particular historia familiar de mi colega, acostumbraba a bañarse desnuda en la playa.

Mira por donde que visto el silencio de los demás contertulios, bien por extrañeza o bien por complicidad, me decido a tirar de la madeja de la historia y de paso aprovechar para hacer ver las diferencias entre desnudo, nudista, y naturista. Intentaré relatarlo más o menos como sucedió:

Xouba: O sea que tu abuelo, se acercaba al remanso del rio junto con los amigos y amigas, o padres o familia y él optaba por el baño libre de ropa ¿no?.
El: Hombre, no. Que por entonces eso estaba muy mal visto. Se iba el solo y cuidaba que no lo viera nadie. Mi abuelo era un hombre respetado. Pero me contó que le gustaba hacer eso.
Xouba: Ya pero tu abuela, sí. ¿Verdad?.
El: Que va. ¿Tu estás loco?. Si a principios del siglo pasado en un lugar pequeño como este se sabe que una mujer se baña desnuda en una playa ¿qué pensarían de ella?.
Xouba: Pues mira hombre, ni tu abuelo ni tu abuela pasarán a la historia por promover el nudismo, todo más ocuparan unos minutos de esta charla por esa anécdota. Porque ellos lo que eran dos personas que gustaban de bañarse desnudos.
El: Claro, ¿y eso no es nudismo? -preguntó en tono irónico, para desconcertarme-.
Xouba: Si, si, eso es ser tan nudista como el que una persona que vista un chandal es un deportista. -Utilicé su misma ironía para responderle; y continué- De la misma forma que una persona que viste chandal no es obligatoriamente un deportista, una persona desnuda, no es un nudista. Tampoco aquella persona que da unas patadas a un balón de futbol es un deportista, porque ese hecho es puntual pero puede decirse que practica deporte; por eso una persona que puntualmente va a un lugar con más nudistas y comparte espacio y tiempo con ellos, sí es un nudista. Y esa persona que tiene un plan de entrenamiento y que se fija cierta forma de vida en la que el deporte está presente; esa sí es un deportista. Volviendo a nuestro símil, el naturista sería aquella persona en la que su forma de vida está presente la desnudez, o al menos lo intenta.

No se si fue por lo complejo de la exposición o por la rotundidad de mis aclaraciones, el caso es que no obtuve réplica, sólo un asentimiento y un amago de decepción hacia sus antepasados a los que parece tenía en su particular historia familiar el hecho de haber iniciado el naturismo por estas tierras.

Me queda el consuelo de saber que esas historias que sus abuelos le contaron un día sirvieron para que su nieto hoy comparta alguna jornada naturista conmigo. ¿O será una jornada nudista?.

Xouba


Los hombres nunca hablamos de él.

12/03/2005

Llega a mis manos el Interviú de la semana pasada (del 6 de marzo de 2005 – nº 1505) y me encuentro -con satisfacción- con un reportaje sobre la última obra de César Saldivar. Mejicano afincado en España y que con este tercer título «Juegos de Luces (el sexo masculino en 100 imágenes)» agranda su obra como fotógrafo.

Se ofrece una muestra en un par de páginas, donde el pene es el elemento central y conductor de las fotos. El artículo que ilustra las imágenes nos da a conocer más información sobre el autor y el desarrollo de este título. Nos cuenta que muchos de los penes pertenecen a gente conocida por el público pero que prefiere mantener en el anonimato sus nombres para no restar protagonismo al tema central: el pene.

Pero me quedo con una frase pronunciada por César: «es necesario desmitificar el pene, los hombres no hablamos nunca de nuestro órgano sexual. ¿Porqué?». Buena frase y buena pregunta para apostillarla. Aunque yo corregiría algo de ella: calificar al pene como el órgano sexual me parece excesivo, porque a lo sumo sólo ejerce esta función un 5% de las horas del día, mientras que la mayoría de las otras veces que lo utilizamos es para orinar, y casi nadie le llama órgano urinario; además como órgano sexual tendría que ir acompañado de los testículos para cumplir su función y entonces ya nos descolgaríamos aún más de la definición que el autor le da. Por mi parte lo dejaría en «genitales» o simplemente en «pene».

Pero volviendo al artículo de Interviú y a sus fotos me quedo con la estética que ha conseguido. Blanco y negro y sobre todo la composición, ha llevado al pene al centro de la fotografía, las ha hecho amenas, artísticas, y ha alejado de su objeto retratado cualquier sensación de erotismo y/o contenido sexual.

Me compraré ese libro. Me parece lo suficientemente bueno como para enseñárselo a aquell@s que cuando en cuando defenestan y asquean los genitales (el pene), argumentando que sólo sirve para hacer «cosas sucias». Ahora también servirá para adornar algún salón, flanqueado por un lujoso marco merecedor de esas obras de arte.

Contra la pregunta del autor «¿Porqué? (no se habla del pene entre los hombres)», pues no me queda más que darle la razón y si bien he presenciado conversaciones sobre genitales femeninos y masculinos entre mujeres, pocas o casi ninguna entre hombres. Tal vez aún nos pesa el machismo, o nos puede el pudor. Otra barrera a derribar. Por mi parte que no quede y valga este artículo como punta de lanza.

Xouba


En el mar.

02/03/2005

Creo que cualquiera que se arrime a esta ventana al mundo naturista, coincidirá conmigo en que si ha experimentado la sensación de bañarse desnud@ en el mar rara vez encontrará alguna sensación tan intensa con tan pocos elementos necesarios para repetirla. Porque sólo nos hacen falta dos cosas y una más: la primera, evidentemente el mar; la segunda, una temperatura aceptable; y la otra es, las ganas de bañarse desnud@.

Nudistas o no, son muchas las personas que furtivamente en más de una ocasión aprovechando la intimidad que reporta esa masa de agua han disfrutado de un baño desnudas. Muchas menos son las que se han aventurado y completado el baño jugueteando con las olas; el cosquilleo, las sonrisas, las caricias y -a veces- los golpes que te produce el mar sobre toda la piel son otra de las sensaciones a destacar cuando estas en el agua. Y menos somos las que completamos la jornada con otro baño más: el del sol. El sentir como se seca el agua sobre tu piel, como la sal se deposita sobre cada poro, y la refrescante sensación de la brisa jugando con la humedad que se resiste a abandonarte; una orgía para los sentidos.

No me extraña que siempre tarde tanto en llegar el verano, y más larga que se hace la espera cuando te paras a intentar reproducir esas sensaciones irrepetibles. Si no lo has probado, deberías hacerlo. Olvídate de falsos tabues, injustificados pudores, y cánones obsoletos.

En el mar tendrás la oportunidad de dar tus primeros pasos hacia el nudismo. Podrás experimentar y sentir en absoluta soledad, o en compañía según prefieras. Siempre he aconsejado a aquell@s que desean acercarse al naturismo que lo hagan saliendo desnud@s del mar. Te ofrece la intimidad justa, y el cobijo de dar marcha atrás en el momento en que lo desees sin que nadie te coharte o te cuestione, más que tú mism@.

Una vez en el agua, y si te gusta lo que estas experimentado; tendrás muy fácil arrimarte a la orilla lenta y discretamente para familiarizarte con tu nueva situación, totalmente ausente de ropas; en un principio te sentirás rar@ porque partes de tu piel y de tu cuerpo están acostumbradas a llevar sobre sí una carga para las que estan condenadas, y estás liberándoles de esa carga, de su condena y de la tuya. Ese lapso de tiempo tumbad@ sobre la orilla puedes aprovecharlo para recostarte en la arena y dejar que el golpeteo de las olas continue regalándote sensaciones. Te olvidarás de todo, seguro. De la gente que te rodea, del calor, del frio del agua, incluso que estás desnud@. El siguiente paso y sintiendote bien contigo mism@, será ponerse en pie y acercarse a la toalla para tumbarte al sol.

Acuérdate bien de todo lo que experimentes en ese momento, grábalo a fuego en tu memoria, porque cada sensación de ese instante buscarás repetirla en cuanto surja la oportunidad. Entrarás de lleno en el mundo del naturismo. Desnud@ y como compañero de viaje: tu piel. Toda tu piel.

A aquell@s que les cuesta dar el primer paso dentro del naturismo, siempre les he aconsejado que lo hicieran de este modo. Resulta más íntimo, más tuyo y de tu entorno. De los siguientes pasos para disfrutar plenamente del naturismo, compartirlo, y ser consciente de todo lo que representa, continuaremos hablando otro día.

Xouba