A poco que nos pongamos los desenmascaramos a todos. Si hace unos meses divagaba sobre la desnudez de los lunnis, resulta que ahora le ha tocado a los teletubbies, donde los polacos han hecho asunto de estado el debate sobre la homosexualidad de estos peluches. Fíjate tú dónde han ido a parar, si son homosexuales, bisexuales, transexuales, o metrosexuales cuando ni por asomo han entrado a debatir porqué coño siempre van en bolas todo este tipo de personajes.
De todos modos, algo de angelicales sí que tienen, porque pese a no llevar pantalones, ni faldas, ni nada que los cubra, jamás muestran los genitales. A lo mejor es que no los tienen, y quien dice «a lo mejor» también dice «a lo peor» porque a ver cómo le explicamos a nuestros retoños por dónde mean esos seres.
Recuerdo que hace unos meses (tal vez un año) una asociación de televidentes -me gusta más que telespectadores, por aquello de la «videncia» que los hace ver cosas que los demás no percibimos- también sacó pecho por los dibujos de Sin-Chan, en los que el pequeño protagonista aprovechaba la mínima para sacar a lucir sus posaderas. En su día también me pregunté el porqué las posaderas de la caricatura eran tan desagradables y el numerito de Marujita Díaz y Jose Manuel Parada mascando un muslo de pollo a bordo de un navío era cómico. Es verdad, el final de la espalda -o el principio de las piernas- siempre resulta molesto si se muestra alegremente; sin embargo, los tropezones de pollo resbalándose por la comisura de los labios enjuagados con las babas y el vino resulta «cómico».
Ahora que los polacos han concluido que los teletubbies ya no son homosexuales porque una reputada autoridad así lo ha determinado, tal vez se pongan a elaborar unos bonitos trajes regionales para continuar «adecentándolos» y convertirlos en el reflejo de lo que nos gustaría ser y que jamás alcanzaremos. Afortunadamente la inocencia de los niños no conoce de sexo ni de trajes regionales.
Xouba