Se veía venir.

31/05/2007

A poco que nos pongamos los desenmascaramos a todos. Si hace unos meses divagaba sobre la desnudez de los lunnis, resulta que ahora le ha tocado a los teletubbies, donde los polacos han hecho asunto de estado el debate sobre la homosexualidad de estos peluches. Fíjate tú dónde han ido a parar, si son homosexuales, bisexuales, transexuales, o metrosexuales cuando ni por asomo han entrado a debatir porqué coño siempre van en bolas todo este tipo de personajes.

De todos modos, algo de angelicales sí que tienen, porque pese a no llevar pantalones, ni faldas, ni nada que los cubra, jamás muestran los genitales. A lo mejor es que no los tienen, y quien dice «a lo mejor» también dice «a lo peor» porque a ver cómo le explicamos a nuestros retoños por dónde mean esos seres.

Recuerdo que hace unos meses (tal vez un año) una asociación de televidentes -me gusta más que telespectadores, por aquello de la «videncia» que los hace ver cosas que los demás no percibimos- también sacó pecho por los dibujos de Sin-Chan, en los que el pequeño protagonista aprovechaba la mínima para sacar a lucir sus posaderas. En su día también me pregunté el porqué las posaderas de la caricatura eran tan desagradables y el numerito de Marujita Díaz y Jose Manuel Parada mascando un muslo de pollo a bordo de un navío era cómico. Es verdad, el final de la espalda -o el principio de las piernas- siempre resulta molesto si se muestra alegremente; sin embargo, los tropezones de pollo resbalándose por la comisura de los labios enjuagados con las babas y el vino resulta «cómico».

Ahora que los polacos han concluido que los teletubbies ya no son homosexuales porque una reputada autoridad así lo ha determinado, tal vez se pongan a elaborar unos bonitos trajes regionales para continuar «adecentándolos» y convertirlos en el reflejo de lo que nos gustaría ser y que jamás alcanzaremos. Afortunadamente la inocencia de los niños no conoce de sexo ni de trajes regionales.

Xouba


Carrera continua.

23/05/2007

He podido disfrutar de la oportunidad de correr desnudo. No es algo nuevo para mí, pues siempre que puedo procuro añadir unas carreras entre paseo y paseo para ir manteniendo la forma (y la salud). Pero esta ocasión ha sido distinto, me he despojado de la ropa -salvo las zapatillas- al poco de iniciar la carrera y me he lanzado al vacio, pues en lugar de llevarla conmigo por si surge un imprevisto y necesito de ella, decidí abandonarla a la vera del camino e iniciar mi ruta.

He corrido lentamente, para disfrutar del paisaje, el entorno, y la naturaleza. Centrándome más en ello que en la carrera. La he alargado por más de una hora, siempre por senderos por los que ya había pasado en otras ocasiones, para no perderme y poder llegar de nuevo hasta donde había dejado la ropa.

Mi ruta se inició en zona boscosa, en cierta medida, a cubierto de miradas ajenas; pero al poco me descubrí en medio de una llanura expuesto a cualquiera que a cientos de metros me enfocase con su vista. Y tal vez así fue. Pude ver en la lejanía a algunos campesinos trabajando las tierras, puede que ellos me viesen a mi, pero esta vez creo que ni se molestaron en avisar a la «autoridad», y si lo hicieron llegaron un poco tarde.

Cuando volví a dónde tenía las ropas, dudé entre ponérmelas o quedarme desnudo y volver así a casa. Mi pareja no se extrañaría de verme desnudo por casa aunque mis vecinos no creo que se lo tomasen igual de bien que ella. Tiempo al tiempo. Ya me ha faltado más para dar el paso.

Xouba


El suelo que pisamos.

16/05/2007

Ocurrió la semana pasada, aunque por falta de tiempo, lo comparto ahora.

La tarde lo permitía y aproveché las últimas horas del día para dar un paseo por un bosque con mis zapatillas y una mochila como único atuendo.

El sendero discurría cerca del cauce de un pequeño arroyo, de vez en cuando obligaba a saltarlo y cambiar de ribera. Con el calor que hacía la frescura de tener cerca el riachuelo se agradecía, sobre todo después de que la caminata ya generaba algo de sudor. El chapoteo del agua, el trinar de los pájaros, y el crepitar de las hojas y las ramas bajo mis pies me acompañaron durante todo el rato.

Al rato, el sendero se desviaba obligatoriamente del riachuelo pues una pronunciada garganta impedía que transcurriese con la placidez que lo venía haciendo hasta ahora. Era una garganta estrecha, separada unos treinta o cuarenta metros de la otra pared; no obstante la vegetación recubría ambas laderas, lo que parecía que en ocasiones caminases sobre las copas de los árboles que tenían plantadas sus raices más abajo. Vi como un camino paralelo recorría la otra ladera, pero me centré en el que yo caminaba pues empezaba a resultar algo abrupto con piedras sueltas, raices desenterradas, y sobre todo que algún mal paso podría acabar con mis huesos unos cuantos metros ladera abajo.

La vista era fantástica y la tarde formidable. Hasta que un rugido de motores lo estropea todo. Fui capaz de discernir que eran dos, y probablemente motos, aunque el escándalo que formaban era como el de una estampida de elefantes africanos. Me puse en alerta porque la proximidad del ruido me hacía creer que aparecerían tras la pequeña curva que estaba unos metros más adelante y que por la velocidad que traerían o ellos o yo terminabamos en el fondo del barranco.

Me equivoqué, por fortuna. Aparecieron por el otro sendero, en la otra ladera; las escarpadas paredes de la garganta rebotaban el ruido y por eso me confundió. Los ví claramente quemar metros de sendero entre saltos provocados por las piedras. Y ellos me vieron. Lo sé porque dieron un brusco frenazo que hizo culear sus monturas. Nos quedamos frente a frente, separados por las copas de los árboles que nacían en el rio y los escasos 50 metros que separaban cada ladera. No podía ver sus caras pues sus cascos y unas oscuras gafas se las cubrían por completo. Me quedé allí de pie, frente a ellos, esperando a que preguntasen algo. Hablaban entre ellos y me señalaban con un gesto de sus cabezas. Cuando comprobé que lo único que querían era saciar su curiosidad, me dispuse a continuar mi camino, pero uno de ellos levantó su brazo ejecutando un saludo al que respondí del mismo modo. Se miraron nuevamente y uno de ellos se quitó el casco y gritó preguntando si me ocurría algo, supuse porqué lo preguntaba y me miré de arriba a abajo y les dijé que no, que me gustaba ir así. Se miraron entre ellos, y el que se había sacado el casco me gritó nuevamente que fuese con cuidado que más adelante el camino estaba cortado. Se lo agradecí y me despedí. Comprobé como quedaban hablando mientras yo me alejaba y al poco ya volví a oir el rugido de sus motores alejándose. Efectivamente, el camino estaba impracticable unos metros mas adelante, pero entendí un buen momento para poner fin a mi paseo y volví sobre mis pasos.

Al principio me sorprendía la reacción de mucha gente al cruzarte con ella cuando vas desnudo por el monte, lo primero que te preguntan es si te ocurre algo, sin embargo cuando voy desnudo por la playa nadie lo hace. Lo único que cambia es el suelo que piso.

Xouba


Parque natural de O Carreirón.

09/05/2007

Un diario local publica una noticia sobre el nudismo en el Parque Natural de O Carreirón .

Se ve que el redactor o redactora se ha pasado por la web de Lugares Naturistas y al ver que referenciaba a un sitio que conoce golpeó el teclado hasta llenar una página. Sin pudor alguno habla de un tema que desconoce, pues no dedica ni una sola linea a la legalidad del nudismo en nuestro país. Cuenta anécdotas, habla de posibles roces entre nudistas y textiles que no tardarán en llegar, y de que sería bueno que se señalizaran los sitios donde te puedes encontrar nudistas para que alguna señora no se sorprenda (¿de qué se tienen que sorprender? ¿acaso nos sorprendemos nosotros -los nudistas- de la ignorancia de ciertos redactores?).

Habla maravillas del lugar, por boca de otros, pues -una vez más- ni se han esforzado en tomar declaraciones en el propio lugar y a los propios interesados, simplemente han copiado y pegado de algunos foros donde se habla del lugar. Ni una sola referencia sobre cómo se llega al lugar, los servicios que ofrece, los mejores lugares, y algún consejo sobre la conservación del parque (para que nadie haga el ganso pisando donde no debe o dejando basura atrás). Nada de nada. Vacio de información.

Menos mal que nos queda la Red para informarnos, porque si nos quisieramos guiar por algunos diarios seguro que terminabamos perdidos en el desierto. Tal vez, el apunte que hace sobre el aumento de los nudistas se deba a que se han informado en las mismas webs que el (o la) que escribió el artículo, aunque con una finalidad bien diferente: uno para rellenar una página, y otros para llenarse de naturismo.

Por cierto, si este verano pueden y se acercan a esta esquinita del mundo, no dejen de visitar el Parque Natural de O Carreirón (Illa de Arousa – Pontevedra). Una delicia poder disfrutar sus calas y sus senderos en completa desnudez.

Xouba


Actualizada la web de ANG.

02/05/2007

Ha tardado, pero ha salido. No es sin tiempo. Todas las críticas son merecidas, pero también justificables. Un inoportuno virus informático se encargó de tirar al traste la versión anterior que estaba casi cocinada para salir al ciberespacio, lo que obligó a rehacerla y a rediseñarla, porque crear una web es un proceso único que aunque intentes repetirlo nunca sale igual que el anterior.

Esta es su presentación que desde ANG esperamos que os guste y sobre todo que os ayude a vivir más plenamente el naturismo.

Xouba