No tienen palabras.

29/07/2005

De nuevo Interviu vuelve a publicar las fotos de una persona famosa desnuda disfrutando de la playa. Y no es el típico posado que el casposillo/casposilla de turno venden como si los pillaran al despiste. En la publicación de esta semana, se nota bien como Alberto San Juan ha sido verdaderamente «pillado».

Ajeno a los disparos del fotógrafo el actor y su novia se pasean y juegan en una playa totalmente desnudos. Aparentemente ¿dónde está la noticia?. Pues mira tú, ¡¡qué escándalo!!… la noticia es ¡¡¡que están desnudos!!!. En la España del siglo XXI hay gente que se pasea desnuda por la playa, e incluso hay actores que lo hacen de la mano de sus novias.

Por mi parte, me ratifico y sigo pidiendo que debería de una vez por todas ponerse fin a este safari fotográfico en el que se han convertido las playas y donde las presas son cualquier persona con cierto prestigio que tenga a bien prescindir de algo de ropa. Lo único que consiguen por un lado es alimentar el morbo de quienes se acercan al kiosko buscando carne fresca, y por otro arredrar a aquell@s que desean disfrutar del desnudo en un espacio público, pues se identificarán más con la presa que con el cazador.

Creo -y lo he expuesto más de una vez- que las imágenes deben ilustrar el contenido de la noticia, y que la noticia debiera ser eso: noticia (diccionario RAE: Contenido de una comunicación antes desconocida). Porque llenar tres páginas con fotografías de un par de personas desnudas en una playa ¡¡¿qué tiene de noticia?!!. Pero bueno, qué se le va a pedir a unas publicaciones que dan más crédito (en forma de páginas) a fotografías de cadáveres, gente ensangrentada o cuerpos desmembrados. El principio de que una imagen vale más que mil palabras, es quizás el recurso más vago para quién no encuentra palabras para describir la noticia.

Xouba


No me acostumbro.

12/07/2005

Y mira que lo intento, pero me siento incómodo. Aunque esa, tal vez no sea la palabra acertada, sino más bien: dolorido.

Cada vez que salgo en bicicleta a dar un paseo por alguno de los senderos, perderme con el paisaje, y disfrutar de la brisa; sobre todo en estos días en los que el calor -aunque sea en el ocaso-, aprieta bastante, me despojo de mi maillot y mi culotte, pero el traqueteo del camino acaba castigando en sobremanera mis partes que libres de la badana se torturan contra el sillín a cada bache.

Tal vez si me aventurara en el asfalto la cosa sería distinta, pero la relación caminar-libre, para mi es fé de vida. Tanto que por mucho que me pasee por uno de esos mal llamados «paseos marítimos» inventados por los urbanitas para no tener que caminar descalzos sobre las arenas de las playas, jamás consigo considerarlo un paseo; sin embargo, unos metros por la arena de la orilla con el mar acariciandome los tobillos compensan mi espíritu de libertad y satisfacción de caminante más que kilómetros y kilómetros de adoquines o baldosines ornamentales perfectamente encajados.

Lo he intentado muchas veces, pasear desnudo en bicicleta por el campo, pero a día de hoy y al poco de la primera sensación de libertad y de satisfacción, siempre empieza a molestarme a los pocos kilómetros. Quizás sea una de las pocas actividades en las que la ropa me resulta imprescindible, aunque no por la ropa en sí, sino por la protección que me brinda. Y no me refiero a la protección púdica, sino más bien a la púbica; que el sudor y el roce, sobre todo en esas partes, se convierten en muy malos compañeros de viaje, y el apacible paseo de los ocasos del verano pueden convertirse en torturas inguinales y castigos anales. Y no estoy por la labor.

Xouba


La linea de separación.

04/07/2005

Esto me pasa por quejica. Resulta que vuelvo a encontrar otro interviú, pero de semanas anteriores (justo el posterior al artículo que criticaba aquí). La noticia que reclama mi atención y de nuevo mi cabreo versa sobre la marcha ciclonudista que se llevó a cabo en Madrid para reivindicar mejoras para los ciclistas.

El artículo lo vuelven a colocar en el suplemento de sus páginas centrales -MAX- y en el que se hace un repaso por la actualidad más «caliente» (entiendiendose esta palabra en el sentido más sexual que nos podamos imaginar), además de fichas sobre cine X, reportajes de mujeres desnudas, y -cómo no- dos páginas a todo color y bien ilustradas sobre la marcha ciclonudista.

Los textos no llegan a tres párrafos mal escritos, donde se ve que los han estirado para llenar el hueco. Están vacios de contenido, han tomado algo de información -supongo que de los trípticos que se repartían ese día- y la han adornado. Nada sobre la colaboración ofrecida por AANUMA, nada sobre el eco de la iniciativa en otras ciudades, nada sobre la libertad del desnudo en lugares públicos,… vamos que si continuasen ‘nada‘ndo se plantan en los U.S.A. en un periquete.

Eso sí, fotos las que quieras; bueno, las que quieras no, porque las limitaciones del papel obligan, pero que en ese sentido van sobrados es evidente. En todas ellas un denominador común: la mujer. Desconozco si era fotógrafo o fotógrafa, pero que desde luego le gusta el cuerpo femenino no se le puede negar. Por un lado hay que reconocer el buen hacer del fotógrafo/a; son instantaneas que reflejan bastante bien el ambiente del momento, así como el trasero de la chica que con mirada cómplice sonrie al fotógrafo/a y encabeza el artículo. Por otro lado, tengo entendido que en la marcha participaron más hombres que mujeres y esa medida no se ve reflejada en las imágenes.

Desde el colectivo nudista sabemos que al participar en un acto público, en lugares públicos, y sobre todo con público, te expones a que te puedan fotografiar libremente pero: ¿y el mercadeo?. Evidentemente interviú ha «vendido» esas fotografías, junto con el resto de la revista, así que existe un lucro a cuenta de la imagen de terceros y que no han autorizado explícitamente. El argumento de que se fotografiaba un evento cae por su propio peso, pues en ninguna instanea se aprecia intención de captar la mayoría de participantes y sí a algun@s en concreto.

No es mi finalidad hacer de abogado del diablo, pero sí la de cuidar que se nos respete al menos como nosotros respetamos a los demás. Y si bien tomar fotografías de una actividad es totalmente respetable, publicarlas y lucrarse sin el consentimiento de los fotografiados me suena -cuando menos- poco respetable. De saltarse esa linea a la del abuso, e incluso el delito, creo que hay muy poca distancia.

Xouba