No es la primera vez que lo propongo, ni aquí ni en otros foros, incluso también lo he hablado en el gimnasio, con otros compañeros. Reconozco que al principio la iniciativa choca, e incluso puede provocar hilaridad si no se analiza profundamente, pero bien planteado sería bastante beneficioso para la mayoría de los centros deportivos, y por supuesto para la sociedad pues aprendería a ver el cuerpo del otro con el respeto que se merece y sin la salsa de la morbosidad con la que a muchos gusta de aderezar.
Para empezar supondría un considerable ahorro de espacio y también de energía (pues si en ese momento hay dos chicas y tres chicos no tendríamos que poner a funcionar la calefacción o el aire acondicionado de dos recintos); aunque en esta bitácora lo que realmente vamos a tratar serían los beneficios a nivel personal y social.
En primer lugar, la desnudez dejaría de ser un tabú, debemos reconocer que hoy por hoy el noventa por ciento de la sociedad entiende y extiende su desnudo entre las cuatro paredes de su habitación o su cuarto de aseo, al ampliar ese espacio y sobre todo al compartilo con personas ajenas a tu entorno incluso absolutamente desconocidas pasaríamos a darle otra dimensión al desnudo, pero empequeñeciéndolo, pues actualmente está tremendamente exagerado, es decir, ¿qué hace tan especiales los pechos femeninos o las nalgas masculinas -por ejemplo-, para desarrollar toda una conducta social destinados a ocultarlos? Haciendo un ejercicio de racionalidad, debemos reconocer que esas partes de nuestro cuerpo están sobrevaloradas.
En segundo lugar, la fisiología y el conocimiento del cuerpo sería más precisa. Así como los bikinis y bañadores vinieron a mostrar a una generación que las mujeres eran algo más que pantorrillas y escotes, la desnudez compartida permitiría también compartir cánones estéticos y no intentar emular todos a los figurines de revista salidos todos de un molde, que nos venden como un estándar.
Y en tercer lugar, la sexualidad cobraría una dimensión más amplia, a la vez que se reduce la hegemonía de la vista sobre unas partes concretas del cuerpo, se desarrollarían los otros sentidos que permiten una implicación más directa del individuo en el disfrute sexual. Ver unos genitales, llegaría a ser tan habitual como ver los pies, y aunque hay que reconocer que existen personas que se excitan con la simple visión de partes del cuerpo, la gran mayoría no encuentra el erotismo en aquellas partes que más se muestran.
Evidentemente se pueden extraer más beneficios, pero también habrá quien apostille mil perjuicios por cada uno de ellos; aunque realmente lo que me preocupa no es el análisis de esos perjuicios, sino los prejuicios que llevan a ese análisis.
Evidentemente se pueden extraer más beneficios, pero también habrá quien apostille mil perjuicios por cada uno de ellos; aunque realmente lo que me preocupa no es el análisis de esos perjuicios, sino los prejuicios que llevan a ese análisis.
Tampoco se trataría de una ley, norma, o principio universal, simplemente se trataría de habilitar recintos en los que existiese esa posibilidad de forma que cada cual las usase si creyese conveniente.
Realmente si se empezase por estas pequeñas iniciativas, la desnudez alcanzaría un nuevo estatus, pues empezaría a verse como lo que realmente es sin más mojama y sin más aliño que muchos quieren ponerle.
Xouba